Dicen algunas personas estudiosas, y otras que lo han leido o escuchado, que el cerebro tiene muchas capacidades que no hemos aprendido aún a desarrollar. No sé si será científicamente cierto y estará probado, pero me es indiferente. Porque lo que tengo claro es que hay una imposibilidad física de hacer todo lo que una persona se siente capaz o no de hacer, en un momento concreto. El cerebro tiene mucha potencia y muchas potencialidades, pero tiene una capacidad limitada de funcionamiento en un tiempo determinado. No se puede ser consciente de todo lo que se tiene en la cabeza, o tenerlo todo en la cabeza, en un mismo momento.
Al fin y al cabo, es a nuestro sistema socioeconómico, basado en el consumo acelerado y compulsivo al que le interesa que hombres y mujeres, chicos y chicas, tengan la cabeza llena de historietas y personajes nuevos e hiperactivos; de camisetas con tirantes y sin tirantes, de un solo tirante o palabra de honor -si eso se puede decir al hablar de camisetas- bordadas y sin bordar, con encaje o sin él, de todos y cada uno de los colores del arco iris y sus sucesivas y multiplicadas combinaciones, permutaciones y variaciones. Y pantalones, pantaloncitos, largos, cortos, piratas, a medio culo o a culo entero, faldas, falditas y faldazas, con la necesidad de que todo combine cada vez con sí mismo y con las alpargatas, zapatos, botas o sandalias o con los relojes, los colgantes y pendientes, pendientes y más pendientes; las pulseras, pulseritas, pulserotas, collaritos y collarotes. ¡Cuanto esfuerzo parFoxyTunes - your Windows Media Player is idlea poder salir a la calle y sentir que se siente a gusto!! Y antes o después, todo aquello de la imagen corporal:potingues para la cara, para el cuerpo, pinturas, cems rimels, pintalabios, aros, piercings, tatuajes si o no, peinados, pelos teñidos, recortados, pegados... Técnicas y tratamientos para adelgazar, para enflaquecer, para llenar las tetas, el culo o los labios y rebajar las caderas o refinar la nariz.
O los aparatos electroacústicos, de imagen y similares: ipods, mp3s, mp4s, cámaras, vídeos, consolas, consolitas, miniconsolitas, pcboxs, xpes y similares, con su munición de cartuchos, tarjetas, Cds, DVDs, con sus programas de juegos y más juegos, maravillosos, mágicos, que llenan el cerebro con mil historias de mil mundos que nunca se repiten y que consiguen unas habilidades y destrezas nunca imaginadas al botar, correr, buscar contraseñas y aparatos imposibles, escenarios virtuales y nuevos, monstruos y superhéroes. Sabéis qué? Todo esto ocupa mucho espacio en el cerebro.
Y antes o después, todo aquello de la imagen corporal: emplastos para la cara, para el cuerpo, pinturas, cremas, rimels, pintalabios, pendientes, anillas, piercings, tatuajes si o no, peinados, pelos teñidos, recortados, apegats... Técnicas i tratamientos para bajar peso, para adelgazar, parar llenar los pechos, el trasero o los labios y rebajar las caderas o afinar la nariz.
Y la constante y necesaria atención al móvil y sus consecuencias: se es consciente de tener derecho a llamar, hablar, ser llamados y hablados, dados un toque o una perdida a cada momento de las veinticuatro horas del día y de la noche, con los mensajes de texto o de imagen que se deben leer y contestar con toda la inmediatez posible. Con el deseo del telefonito más pequeño o más compacto y con más mini y microcomponentes: cámara, GPS, radio, MP3, micrófono, auriculares con o sin bluetooth, correo instantáneo, Internet, melodías, imágenes...
Además, las series televisivas, o realitys que también son bastante semejantes, con diferentes tareas de los guionistas, con un alud de historias que van metiéndose y ocupando los rincones de la memoria y del conocimiento, más reales que la propia realidad, no provocan ninguna reflexión sino que llevan a la acción/inacción sin pasar por ninguno de los filtros de la experiencia o del pensamiento: adolescentes, ellas y ellos, con su preocupación -como no?- de qué ponerse y qué tener, donde ir y con quien parar lucir los conjuntos y mirar y que te miren al trasluz mientras el tiempo se va deslizando por los dedos como la arena seca del desierto hasta la madrugada. Con quien acostarse o levantarse o besarse o arrepentirse de no tenerlo todo o a todas y a todos.